Las instalaciones del Gilles Villeneuve están situadas en
una isla artificial (hecha con las rocas extraídas al construir el metro de
Montreal) repleta de zonas verdes y que tiene parte del trazado transitable el
resto del año.
El carácter semiurbano del circuito hace que las barreras de
protección y muros se encuentren muy pegados a la pista. El más famoso es el
llamado 'Muro de los Campeones' llamado así desde que en la edición de 1999
Jacques Villeneuve (hijo de Gilles), Michael Schumacher y Damon Hill se
estrellaran contra él. Los tres eran Campeones del Mundo y ello provocó que esa
zona recibiera aquel apodo. En él se puede leer la inscripción 'Bienvenido a
Quebec', en francés.
Emplazado en la entrada a la recta de meta, el muro de los
campeones es uno de esos puntos míticos del Mundial de Fórmula 1. El único muro
con nombre propio y con el que se la han visto tantos campeones de esta
especialidad. Es el final de la chicane con la que se llega a meta y que sirve
para pasar de más de 300 km/h a unos 150 con el que los coches salen escupidos
hacia un muro por el que los pilotos tienen que pasar a pocos centímetros para
apurar hasta la última centésima de segundo en cada uno de los giros a este
circuito.
El Circuito Gilles Villeneuve de Montreal tiene 13 curvas: 7
a derechas y 6 a izquierdas. La medida actual del trazado es de 4'361
kilómetros. A él se dan 70 vueltas, completando un total de 305.270 kilómetros.
El consumo aproximado de combustible por vuelta es de 2 kilos más o menos. Se
trata de un circuito con amplias rectas y fuertes frenadas que hacen posible
los adelantamientos.
El de Montreal es un circuito que suele gustar a los
pilotos. Es complicado pero a la vez divertido. Su velocidad media es de unos
220 km/h. Tiene una bonita combinación de rectas muy rápidas y curvas lentas,
para las cuales hay que emplear a fondo los frenos ya que se llega a altas
velocidades. No hay muchas curvas rápidas.
El carácter semiurbano del circuito hace que se encuentre
bastante sucio al iniciarse el fin de semana, aspecto que mejora según avanza
el gran premio. La carga aerodinámica es baja-media. Los pilotos tienen que
sacar lo mejor de sí mismos para sacar el máximo rendimiento, y para ello se
ayudan de los pianos.
Junto a las largas rectas, en Montreal encontramos fuertes
frenadas y giros muy técnicos. Las frenadas son de las más duras de todo el
año, con seis frenadas superiores a los 250 km/h (cuatro de ellas por encima
incluso de los 300), lo que castiga mucho los frenos de los monoplazas, que se
desgastan muchísimo. Ante este panorama, y sin curvas rápidas, se necesita un
coche con buena tracción saliendo de las curvas lentas, buena velocidad punta y
que pase bien sobre los pianos. Los motores sufren un gran castigo por el
tiempo que hay que ir a fondo de manera continua en la recta más larga (14 segundos).
En el cómputo global, el uso del motor al máximo no es excesivamente alto, el
62%.
Como ya es tónica habitual durante la temporada, el Gilles Villeneuve contará
con dos zonas de DRS y las recupera después de que solo tuviésemos una en
Mónaco por la falta de zonas aptas para implementar dos. La gran Recta del
Casino y la recta de meta volverán a ser los lugares elegidos para que los
pilotos puedan activar el DRS. Eso sí, solo habrá una zona de detección, justo
a la salida de la horquilla (curva 10).
En Montreal se pondrá en juego el neumático blando y el
superblando de la gama de Pirelli, la misma elección que en Mónaco, en un
circuito que hace hincapié en el agarre mecánico.
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