lunes, 26 de noviembre de 2012

Adrian Newey & Sebastian Vettel..la combinación perfecta

Sebastian Vettel consiguió ayer su gran objetivo y se proclamó,con 25 años y 145 días,en el triple campeón del mundo más joven de la historia, después de batir el récord del malogrado Ayrton Senna -que en 1991 logró su tercer título- en el circuito de Interlagos.
Tras una última carrera del año repleta de contratiempos y complicaciones a las que sobreponerse para terminar sumando suficientes puntos como para coronarse tricampeón del mundo de Fórmula 1, el más joven de la historia con tan sólo 25 años de edad. Ha sido una temporada larga y difícil para el equipo Red Bull, que empezó con problemas tras las restricciones reglamentarias en los sistemas de escape, pero a base de trabajo, constancia y tenacidad han conseguido mantenerse en la cima de este deporte conquistando un nuevo doblete mundialista por tercer año consecutivo.
Vettel se suma así a Ayrton Senna, pues los dos son los únicos tricampeones mundiales que han logrado todos sus títulos en un mismo equipo. Antes que ellos, los tricampeones siempre habían logrado el éxito en dos equipos diferentes: Jack Brabham (Cooper y Brabham), Jackie Stewart (Matra y Tyrrel), Niki Lauda (Ferrari y McLaren) y Nelson Piquet (Brabham y Williams). El chico de oro de la Fórmula 1 está dispuesto a destrozar todas las marcas y no ha cumplido aún ni 30 años.
La prensa alemana celebra hoy el tercer título mundial de Fórmula 1 de Sebastian Vettel y lo compara con una leyenda como el argentino Juan Manuel Fangio o con el heptacampeón mundial Michael Schumacher.
“Vettel, ahora eres un dios de las carreras” , titula el periódico sensacionalista “Bild” en sus páginas deportivas.
El mismo diario destaca como en medio de la carrera Schumacher no ofreció mayor resistencia cuando Vettel lo rebasó, para conseguir el sexto lugar del Gran Premio de Brasil y que fue el primero en felicitarlo.
“Como Fangio y Schumacher” , titula un comentario en sus páginas deportivas el “S ddeutsche Zeitung” de Múnich.
“Eso muestra en qué compañía está Vettel después de su triunfo. Con 25 años, es el piloto más joven que logra algo así y eso da una idea de lo que puede alcanzar” , dice el diario.
El comentario destaca además que cada uno de los tres títulos de Vettel ha sido obtenidos en circunstancias totalmente distintas.
El primero, en la última carrera, cuando despojó del primer lugar a Fernando Alonso aprovechando un error táctico de la escudería Ferrari.
El segundo, prácticamente sin tener rivales debido a la superioridad técnica que mostró su coche en esa temporada y a que condujo sin errores durante todas las carreras.
El tercero, el de ayer, según el diario, ha sido el más peleado en una temporada loca que empezó con siete ganadores distintos en las primeras siete carreras y que terminó con una carrera más loca todavía.
“En verano, recuerda ese diario, Vettel estaba 44 puntos por debajo de Alonso” .
Quién iba a saber que aquél chaval llamado para sustituir en Indianápolis al lesionado Robert Kubica iba a ser la referencia de la Fórmula 1 de la segunda década del siglo XXI? Aun así, a pesar de haber ganado tres mundiales consecutivos y haber demostrado sus cualidades en diferentes condiciones, la polémica sobre si Vettel se merece o no el Título Mundial ha empañado sus propios resultados en las últimas carreras.
El 'problema' de credibilidad del alemán es que ha tenido que lidiar con la que seguramente ha sido la mejor temporada del piloto español de Ferrari. Y es que, desde luego, el esfuerzo, la perseverancia y la épica lucha de Alonso con un coche inferior ha desatado pasiones en el paddock y entre los aficionados, que valoran la valentía del asturiano dentro y fuera de la pista.
El español ha sido un digno rival durante todo el año; un año que para él comenzó muy desesperanzador, con un coche decepcionante. Las mejoras introducidas a mitad del año y un pilotaje fantástico le llevaron a estar a punto de batir el récord de Schumacher de carreras sin abandonar. Los accidentes de Bélgica y Japón dañaron sus aspiraciones hacia el Título, pero no menos que las averías en el alternador del Red Bull motorizado por Renault que tuvo que soportar Vettel.
En conclusión: ambos equipos han tenido problemas técnicos, buena y mala suerte, que se han compensado mutuamente, como suele ocurrir en la Fórmula 1. Pero muchos siguen pensando que ganar un mundial con un coche superior no es igual de meritorio que quedar segundo con otro notablemente inferior. Sin embargo, el propio Alonso reconoce, y lo ha hecho siempre, que quien suma más puntos al final de año es quien merece ser el campeón.
Vettel no tenía un impresionante palmarés antes de llegar a la Fórmula 1. Su paso por las categorías inferiores fue más bien modesto; no mediocre, en absoluto. Pero mientras Hamilton se hinchaba a ganar y ganar carreras en la Fórmula 3 Euroseries en 2005, Vettel no logró ninguna victoria. Sin embargo había algo en aquél chaval con cara de niño que atraía a los verdaderos cazatalentos. Quizá por eso BMW le ofreció la primera oportunidad de pilotar un Fórmula 1; fue el 27 de septiembre de ese mismo año.
El rugido del FW27 sonaba a gloria en las manos del adolescente alemán de viva mirada. Vettel tenía claro que esa sería la oficina en la que quería trabajar desde entonces. Pero aún le quedaba tiempo de aprendizaje: el subcampeonato de la Fórmula 3 Euroseries de 2006 le encaminaba ya hacia la máxima especialidad. La Fórmula 1 estaba a punto de enamorarse de su nueva estrella.
Mientras Alonso luchaba por conseguir su segundo Título Mundial consecutivo, Vettel iniciaba su propio Mundial: la salida de Jacques Villeneuve de BMW-Sauber durante el Gran Premio de Turquía de 2006 ascendió a Robert Kubica, entonces piloto de pruebas, al puesto titular. Y ahí estaba Vettel para reemplazar al polaco como tercer piloto de la escudería.
El alemán sólo se había subido antes a un Fórmula 1 el año anterior para las pruebas con BMW, y en la segunda tanda de los libres ya había marcado el mejor tiempo. El equipo no se lo podía creer; saltaban y gritaban ilusionados en el paddock. Pero nadie cayó en comunicárselo por radio a Vettel, quien tuvo que descubrir su hazaña mirando las televisiones repartidas por el circuito, donde pudo ver a sus compañeros celebrando algo que él dedujo que era su primera posición.
En aquel momento, Vettel no quería lucirse, sino hacer un buen trabajo de equipo; esa era su obsesión: ayudar a su equipo. Ya tendría tiempo de hacer maravillas al volante. Pero, desde luego, nadie olvidará aquel viernes cuando, sobre un circuito físicamente tan exigente como Estambul, un chaval recién llegado entró dando un sonoro golpetazo sobre la mesa.
Aún impresionado por las características de los bólidos de Fórmula 1, Vettel empezaba a sentirse cómodo, pese a todo: "Hasta que no te subes a uno por primera vez no te haces a la idea de cómo es el coche, por mucho que te lo hayan advertido: la velocidad, las brutales frenadas… Es más impresionante de lo que uno se puede imaginar". Estas eran algunas de sus primeras impresiones tras bajarse del bólido.
En 2006, el futuro de Vettel era completamente incierto: Red Bull y BMW negociaban quién se quedaría con el 'chico maravillas'. Aunque finalmente fue la bebida energética la que se hizo con sus servicios para 2008, en 2007 se iba a producir, de la mano de BMW-Sauber, su debut en una carrera de Fórmula 1 de forma inesperada: el Gran Premio de Estados Unidos.
Todo fue precipitado: el terrible accidente de Robert Kubica dando vueltas de tonel en el circuito canadiense Gilles Villeneuve obligó al polaco a retirarse provisionalmente. Cuando supimos que Kubica no tenía heridas de gravedad, todos en BMW se alegraron. Pero había que buscarle un sustituto. Y el equipo no dudó en darle la oportunidad al que era el tercer piloto: Vettel.
De esta manera iba a convertirse en el más joven piloto en disputar una carrera al tomar la salida del Gran Premio de Estados Unidos de 2007, en Indianápolis. El alemán impresionó el sábado marcando el séptimo mejor tiempo en la parrilla, pero los nervios le traicionaron en la salida: se pasó de frenada y descendió al undécimo lugar: "Creo que frenar es en realidad lo más complicado en un Fórmula 1", había declarado el alemán tras probar el año anterior el FW27.
Efectivamente, un año más tarde, lo había comprobado en la práctica, y en plena carrera: "Encontrar el punto de frenada es muy difícil" Pero Vettel no desesperó y logró recuperar terreno hasta el octavo puesto final, logrando su primero punto en la Fórmula 1. Un punto que le valió ser el decimosexto (por delante de pilotos como Rubens Barrichello o Jenson Button) en el primer mundial que disputó, a pesar de no haber corrido ninguna otra carrera en todo el año.
Cuando Vettel se bajó del BMW-Sauber al terminar la carrera estadounidense, lo hizo para no volver a pisarlo: Kubica se recuperó de sus heridas y regresó a la competición en la siguiente carrera, relegando al alemán de nuevo a su papel de tercer piloto. Pero Vettel había empezado su historia cambiando la de la Fórmula 1: con una sola carrera ya se había convertido en el piloto más joven en debutar puntuando (19 años y 349 días). Era sólo el primero de los muchos récords que iban a caer en su haber desde entonces.
En 2008, el circuito australiano de Albert Park le vio iniciar su primera temporada completa en Fórmula 1. Sería Toro Rosso, el hermano pequeño de Red Bull Racing, quien le daría el monoplaza de 2007 para correr todo el año. Un auténtico reto: una escudería más que modesta con un coche anticuado. A penas había debutado sobre la pista australiana (con un contrato debajo del brazo de tres años con RBR) y los rumores ya le sentaban en Ferrari.
Giorgio Ascanelli, director técnico de Toro Rosso, sabía que aquel muchacho tenía potencial; mucho potencial: "Es muy veloz e inteligente; está muy ilusionado y seguro que va a llegar a lo más alto de la Fórmula 1", aseguró en marzo de 2008, medio año antes de su primera victoria y dos años y medio antes de su primer Mundial. Sin duda, Ascanelli sabía de lo que hablaba.
Aquella temporada, la supresión de las ayudas electrónicas daba prioridad al piloto en los resultados finales, y las manos de Vettel podían brillar con luz propia. Al final, bajo la lluvia y de modo poco menos que apoteósico, en el Gran Premio de Italia, el alemán rubricaría su primera victoria precedida por su primera Pole Position. Mejoraba así, obviamente, el resultado del año anterior en Shanghái, donde logró un meritorio cuarto lugar también bajo difíciles condiciones climáticas.
Al chico parecía gustarle la lluvia, una buena señal que ha destacado tradicionalmente a los pilotos más talentosos. Ya nada podía saciar el hambre de victorias que se había despertado en su estómago; Toro Rosso se le había quedado pequeño.
Red Bull Racing era como dar un salto en la Luna: un pequeño paso para una escudería, un salto gigante para un chaval. Y, a pesar de muchos altibajos, Vettel logró el subcampeonato en 2009 (el más joven en lograrlo) con un monoplaza muy competitivo de una escudería que empezaba a enseñar sus garras. Con él protagonizó la primera victoria de Red Bull Racing, en el Gran Premio de China de 2009 (la tercera carrera de Vettel con RBR).
Ese año fue muy revuelto, con cuatro victorias, ocho podios y las cuatro primeras Pole Position de su carrera con RBR, especialidad que le distinguiría como sello de la casa. Pero también tuvo cuatro abandonos (Malasia, Mónaco, Hungría y Valencia). Ese año, el aplastante e inesperado dominio de los Brawn GP deshizo todos los planes. Y sin sus difusores 'mágicos', probablemente Vettel habría sido tricampeón antes.
Pero al año siguiente -con Brawn GP absorbido por Mercedes y un cambio del reglamento técnico-, Vettel partía con una de las máquinas más efectivas de la Fórmula 1: el RB6. Y es que el diseñador de Red Bull, Adrian Newey (sin restar mérito alguno al piloto alemán y al resto de ingenieros), es uno de los grandes responsables de la meteórica trayectoria de Vettel: de sus lápices han salido los diseños que han hecho posible los bólidos más competitivos de los últimos años.
Newey es el padre directo del monoplaza con el que Vettel ha logrado veinticinco de sus 26 victorias, cinco de ellas la temporada 2010, cuando le "quitó" el título en la última carrera, en Abu Dabi, al español Fernando Alonso (Ferrari).
El ingeniero "estrella" de la Fórmula Uno vio la luz hace 53 años en Stratford-upon-Avon, la localidad en la que nació otro genio, William Shakespeare, y se vinculó a los circuitos a finales de la década de los ochenta, con la escudería March, en una época en la que la aerodinámica no jugaba un papel fundamental en el diseño de los monoplazas.
Newey no destacó en su primer equipo y Williams, la escudería que lleva el apellido de Sir Frank y fue fundada por éste y Patrick Head en 1977, aprovechó su salida de March para contratarlo a finales de 1990.
Al año siguiente, Williams rozó la victoria con Mansell -el cuarto piloto con más triunfos en la historia de la F1, con 31, uno más que Alonso, que hoy acabó el mundial segundo, a tres puntos de Vettel-, al que finalmente en 1992 Newey le diseñó el coche ganador con el que lograría su único título el primer piloto que ganó un Mundial con un coche del gurú de la aerodinámica.
El año siguiente, Newey -del que dicen que no usa ordenadores en su trabajo- dibujó el coche con el que el francés Alain Prost -ganador en 1985, 86 y 89, con McLaren, y al que sólo supera en victorias el alemán Michael Schumacher- capturó su cuarta corona.
Y en 1994, la primera temporada triunfal del 'Kaiser' -que logró los dos primeros de sus siete títulos ese año y al siguiente con Benetton (los demás, entre 2000 y 2004, con Ferrari)- Williams no ganó el de pilotos, pero firmó su tercer título consecutivo de constructores.
Tras el segundo título de Schumacher, Williams festejó a dos nuevos campeones: el inglés Damon Hill, que ganó en 1996, y el canadiense Jacques Villeneuve, vencedor en 1997.
Newey pasó luego a McLaren, escudería para la que conquistó dos títulos de pilotos, en 1998 y 1999, el finlandés Mika Hakkinen, que aún le discutió el de 2000 a Schumacher, que comenzó a forjar a partir de ahí su leyenda: un reinado deportivo que llegó a su fin en 2005 con el primero de los dos títulos de Alonso con Renault.
Red Bull -propiedad del magnate austriaco Dietrich Mateschitz- compró Jaguar y debutó en Fórmula Uno en 2005. A finales de esa temporada anunció el fichaje de Newey, que no diseñó el coche de 2006, pero sí intervino en el de los años siguientes, mejorándolo hasta lograr las primeras victorias en 2009.
Fue Vettel -que había ganado su primer Gran Premio un año antes, a bordo de un Toro Rosso (del que también era corresponsable indirecto Newey), en Monza- el que inauguró el casillero de triunfos de Red Bull, en China, donde firmó, en la tercera carrera de 2009, un doblete junto a su compañero australiano Mark Webber, que ha logrado sus nueve victorias en F1 para la escudería que dirige el inglés Christian Horner.
Cuatro de ellas en 2010, el año del primer título del pequeño 'Kaiser', que 'voló' hacia su segundo Mundial el año pasado y que volvió a festejar hoy un nuevo título.
Esta vez -sin quitarle méritos- de nuevo por los pelos y por delante de Alonso. El tercero en cadena. En un monoplaza diseñado por Adrian Newey.
SEBASTIAN VETTEL, EL MÁS JOVEN EN...
•Participar en un Gran Premio - entrenamientos libres del Gran Premio de Turquía de 2006, con BMW Sauber.
•Participar en una carrera - Gran Premio de EE.UU. de 2007, con BMW Sauber.
•Sumar puntos - Gran Premio de EE.UU. de 2007, con BMW Sauber.
•Lograr la Pole Position - Gran Premio de Monza de 2009, con Toro Rosso.
•Subir al podio - Gran Premio de Monza de 2009, con Toro Rosso.
•Ganar una carrera - Gran Premio de Monza de 2009, con Toro Rosso.
•Ser subcampeón mundial - Gran Premio de Abu Dhabi de 2009, con RBR.
•Ganar un Mundial - Gran Premio de Abu Dabi de 2010, con RBR.
•Ser bicampeón mundial - Gran Premio de Japón de 2011, con RBR. 24 años, 3 meses y 6 días.
•Ser tricampeón mundial - Gran Premio de Brasil de 2012, con RBR. 25 años, cuatro meses y 22 días

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